Cuando todo en apariencia es una maldita basura, cuando uno se arregla y se maquilla porque en realidad más que ser mirada o ser el centro del universo quiere esconder, maquillar con una máscara, las penurias y las miserias en las que puede estar navegando. Pero uno al final igual sale y la máscara de a poco se va
convirtiendo en la cara de uno, no porque sea una tan buena actuación sino porque la ficción dejó de
serlo y se convirtió en realidad, lo cual es grato...
Después de maquillarse...y mucho dar vueltas decides entrar al lugar. Entramos al lugar de elección que pasa a ser lo más cercano a una pasarela o un examen donde todos los comensales, no sólo de comida, sino que también de estética que comienzan a evaluar lo que está frente a sus ojos. Algunos con una
discreción disimulada, otros con una que llega a ser demasiado evidente en que se le caen los cubiertos los vasos o todo,
convirtiéndose también en la risa colectiva de todos lo que lo rodean que
generalmente son sus amigos, lo cual también se convierte en un grato momento para ellos y para los que no están en esta pasarela, porque si hay que asumirlo no todo gira entorno a lo que uno puede ver o decir. Y a veces es mejor no mirar que eso pasa, que los propios amigos te cuenten aquellos detalles incómodos que aparte de subir
momentáneamente el
ego, no hacen más...quizás también impresionarte que los demás consideren como belleza o como algo interesante cuando uno siente que se está cayendo a pedazos, pero dignidad ante todo, sigue siendo la consigna que está en tu cabeza.
Luego uno se sienta y la cosa en apariencia se calma, pero se calma desde uno mismo hacia fuera...hasta que pasa esa duda, esa duda que te hace volver a tener que pararte y salir del lugar para revisar lo que no está claro. En mi caso, porque suelo no cerrar el auto, la falta de costumbre a la tecnología y en este caso en particular al cierre centralizado.
Llegó al auto, si estaba abierto, lo
significativo de esa salida, de esa intuición aparte de prevenir el robo de mi radio, fue la gratitud de un señor X que sin tener nada que ganar, ,más que perder en todo caso. Detiene su auto y te dice algo tan gratuito como "caminas como una chica de mi país, una francesa, eres muy hermosa" con un brillo en los ojos que solo una persona que ha conocido personas transparentes de alma...que creo que si...puede identificar, por que era un halago sin ningún otro tipo de mala intención. Aunque uno mira como media extrañada cuando escucha esas palabras, porque al menos para mi no es la cotidianidad que algo que un tipo me diga en la calle, me haga sonreir o que más bien no se la devuelva con una sarta de garabatos recordádole a un par de familiares cercanos y lejanos. Pero por sobretodo destacando su calentura y su falta de vida.
Luego volver a pasar por el ruido y la tensión de la evaluación estética era un pelo de la cola, por que simplemente estaba como despertando de un muy buen sueño, que más que inflarme o creerme un pavo real, fue una sensación de sentirse querida y contemplada por algo tan simple como caminar por una calle de V
itacura una noche de verano.