Era sábado por la noche todos sus amigos salieron pero él esta vez, prefirió quedarse, no era que estuviera enfermo… o quizás si, pero enfermo de hacer todo como si su vida fuera una eterna rutina, estaba ahogado, enfermo de estar validándose constantemente para poder ser en los distintos grupos donde se movía, quería por un día dejar de tener experiencias.
Necesitaba parar y asilarse, sentía que estaba siendo parte de un juego en el cual no comprendía muy bien las reglas y al cual tampoco podía excusarse de jugar. Estuvo solo un par de horas, prendió la tele puso MTV, puso su cd preferido finamente pirateado y seleccionado por el… con un titulo tan original como todo lo que sentía que hacia en su vida “Melancólicos”, se conecto a Messenger. Pero lo que en realidad no comprendía es que este intento maravilloso de estar solo y conectarse consigo mismos, no era más que intentar comunicarse, estar presente de una manera diferente de aquel juego que antes quería escapar. Pensaba en como lo debían estar pasando sus amigo, que es lo que estaban haciendo y en como lo recordaban, nunca estuvo solo, sólo pretendía estarlo, por un rato le dio cierta tranquilidad toda este “silencio” nocturno.
Esta paz, se fue acabando, el realitty de la tele se acabo, el Cd se empezó a rayar, en Messenger ya no quedaba nadie con quien hablar…apago todo y se subió al techo de su pieza, como cuando era chico… prendió un cigarro se acostó pretendiendo que miraba el cielo estrellado de una noche de invierno en Santiago. Ahora si estaba solo, la sensación de angustia y de intranquilidad no tardo en aparecer, tuvo múltiples intentos de moverse pero algo lo detuvo… quizás esas ansias de tratar de entender a que es lo que tenía tanto miedo. Buscaba comunicarse pero al parecer las palabras no le alcanzaban y no le eran suficientes. Tenía la extraña sensación de que las palabras lo engañaban, construía realidades de las cuales no estaba seguro que quisiese construir y a vez, estas palabras no lograban expresar con toda claridad lo que quería mostrar.
A causa del frío termino hablándole a las pocas estrellas que divisaba, nunca se había sentido tan escuchado como por sus nuevas amigas, sin darse cuenta parpadeo, sintiendo sus ojos pero nunca más los volvió a abrir.
Estaba en ese sueño donde todo parecía claro, las dudas de quien era parecían despejarse.
En este sueño no había tiempo que cumplir, sin embargo tenía bastante que ver con el mundo que en vigilia vivía, se veía a si mismo como a un otro, que era lo peculiar y mágico del asunto. Podía saber de mejor manera, ahora que dormía, quien era, más que cuando estaba despierto y lúcido, estaba viendo todo lo que hacía y como es que lo hacía y como es que según sus actos lograba comprender de mejor manera quien era y estaba siendo.
Cambia la imagen bruscamente, apareció en la playa, sin saber como llegó allá, con un escritorio de oficinista, donde nada era gratuito, sea como sea, siempre había una recompensa, ojala que sea mejor que el trabajo que uno realiza…sino no hay ganancia y no se concreta el negocio. Pertenecía a ese lugar, se suponía que era su hogar, pero su dirección era la de un banco de inversiones. Luego de un tiempo comprendió que no era la dirección la equivocada si no él. Tenía la idea errada de que el hogar era amor y cariño, pero no sabia que en este hogar, tenía que ganarse su lugar en el espacio donde la gratuidad no figuraba en ningún diccionario. Eso para él no era un hogar, seguía siendo un banco de inversiones, el lugar donde paga sus deudas y recibía las deudas de los otros.
Imagen siguiente, nuestro querido soñante se vio con una mochila en sus hombros, sin comprender que es lo que había pasado antes, eso ya no importaba. Tenía en mente la necesidad de viajar de buscar aquello que no era seguro, la ausencia de toda certeza, sólo la presencia de la búsqueda como fin último. Lo que vino luego, era justo lo que había esperado todo este tiempo…
En ese momento el frío se hizo demasiado intenso, despertó con un extraño sentimiento de estar perdido, angustiado y con los ojos llenos de lágrimas. Había asumido su perdida, su elección de camino; la muerte de los otros y el nacimiento de la opción realizada. Esa negación de salir esa noche de invierno con sus amigos, significó el inicio de una nueva vida, que se proyectaba mucho a futuro y que mataba al pasado hasta idealizarlo, pero que seguía cometiendo un mismo error, se olvidaba del presente.
Decidió viajar sin viajes Falabella, dejar la tarjeta de crédito en su velador, junto con las llaves de su casa y el celular. Toma una micro, quería llegar al metro y bajarse hasta que un niño/a le sonriera, como un especie de nuevo simbolismo de una nueva vida, más transparente. Dio una vuelta entera en metro hasta que por fin subió el niño que le indicaría nuevo destino y sin darse cuenta, después de un tiempo, llegó nuevamente al punto de partida.
De ahí en adelante su vida de ha convertido en un constante viajar, no tanto físico, pero si espiritual, tenía la certeza de que sus viajes le hacía más libres de aquello que un momento lo ahogo. Pero lejos lo más rescatables de estos viajes, fueron los encuentros, esos momentos que hacían valorar el presente y el estar de verdad, con total integridad con otro, con la completa certeza de entrega reciproca absoluta; razón por la cual toda angustia e inseguridad valían la pena. Así como también, la experiencia adquirió un nuevo matiz, aun cuando fuera aburrida y lenta valía la pena… lo construía como sujeto pensante, lo sujetaba aun cuando lo angustiara a la vez.