Lo leí en un lugar muy particular y decidí robarle el título a esa persona tan creativa que escribió ese libro, que ni idea de qué se trata. Me imagino que de sueños...muy perceptiva. Por eso me dieron ganas de escribir algo soñador que se aleje un poco de la realidad.
En extrañas circunstancias y sin saber la razón él la invita a su casa. Extrañamente ella acepta. El tiene la sensación de que su corazón le va a explotar, le transpiran las manos, le cuesta respirar y hablar ( más bien decir lo que cree que puede ser adecuado), sabe que puede ser la última vez que la vea o que pueda hablar con ella tan sincera, clara y cerca con ella. Sabe que no es algo "normal" lo que está pasando, sabe que tiene que hacer las cosas bien, sino puede pasar mucho tiempo en el futuro lamentándolo, pero lo que menos quiere es llorarla, nunca lo ha hecho no quiere empezar ahora.
Ella, no lo quiere demostrar pero tiembla de pies a cabeza, está aterrada no sabe que está haciendo con su vida. Se le seca la garganta y siente que se va a enfermar de la guata. Racionalmente sabe que no es lo que debe hacer, debería dar media vuelta y volver hacia ese otro lugar más seguro (que es cualquiera menos ese), pero esa vez la emoción gana y camina hacia esa casa, de la cual guarda muchos recuerdos. Pero no es fácil caminar...no todos esos recuerdos le son gratos y otros lo son demasiados...no quiere querer recrearlos.
Entra a su casa, extrañamente es un lugar conocido pero a la vez desconocido para ella. Mira todo a su alrededor la estructura y la ubicación de la casa es otra, pero las cosas que hay en ella son las mismas; quizás un poco más limpias con un poco, pero sólo un poco menos de polvo. Ya no es una casa ubicada en medio de la urbe y la contaminación de un país desarrollado. Es una departamento pseudo post moderno, pero con decoración barroca, ubicado en una tranquila playa de un lugar desconocido, parecidas a las que hay en los alrededores de Barcelona. Está por atardecer, cree ver el cielo rojizo como en el pacífico, pero luego recuerda que está en otro océano, sólo se lo imagina. No obstante no alcanza a elaborar bien este pensamiento.
Él en su intranquilidad interna quiere mostrarle toda la casa, cada detalle, cada rincón como si le estuviera mostrando algo más que la casa en concreto. Él, lo único que quería mostrarle y demostrarle a ella es que si podía cambiar, si podía mejorar desde aquellos detalles tan mínimos que sabía que para ella eran importantes, hasta su alma. Sabía que esto último era lo más difícil, él mismo tenía miedo del ímpetu de su alma, serían capaz de congeniar dos almas demasiado movedizas. Esa era su gran agitación corporal e interna.
Ella se da cuenta de que algo pasa, también se da cuenta que por el único lugar que no han pasado es por su pieza. Ese lugar impregnado de vida para ambos en un pasado muy muy lejano, pero que al entrar seguía teniendo la misma vida que hacia unos años atrás.
Entra él primero, la hace pasar con el tono más tranquilo que encuentra, no resulta muy bien. Ella también intenta con su tono más amable, que tampoco resulta, decirle que prefiere ir entrando de a poco. Él se ofende, no puede comprender semejante desaire, cuanta hasta 26, hace como si no hubiera escuchado la negativa, le comienza a mostrar los pequeños secretos nuevos, de su espacio. Ella sin darse cuenta ya está dentro; su aplanamiento afectivo es evidente. Entrar a ese lugar es como si la hubiese dejado sin vida, ya no estaba ni si quiera él en la pieza. Estaba ella y sus recuerdos, todo lo vivido....suspenso en el aire.
Él por su parte, se detiene, hace mucho que no la veía de vuelta en su espacio, se dio cuenta de cómo lo completaba incluso con su mirada cabizbaja, llena de aparente muerte de los sentimientos. Le da una cosquilla en la espalda, se asusta no puedo creerlo es como si reviviera lo que sintió hace tantos años atrás por ese mismo cuerpo, pero sabe que ninguno de los dos ya son la misma persona. Mira su cama, mira la ventana que ahora da hacia el mar con el sonido del golpe de las horas que con el atardecer se van haciendo cada vez más fuertes...suspenso en el aire.
Ella cae de rodillas al suelo, él se da vuelta y se dirige hacia ella al escuchar el ruido de sus rodillas al contacto con el suelo. Ella tiene su cabeza gacha, no se mueve. Él se asusta, le mueve el hombre, dice su nombre, ella levanta la cabeza, lo mira, espera en silencio unos segundos para juntar la saliva suficiente para romper el silencio.
No se han dicho ni una sola palabra, solo palabras vacías que están ahí presisamente llenado aquella conversación pendiente que se deben.
Ella pregunta pregunta ¿ Por qué? No es necesario que la otra parte de la pregunta sea hecha. Él sabe que le está preguntado, de qué le esta pidiendo explicaciones. Es difícil empezar, hay tanto que explicar, que contar, que contextualizar que desmitificar, que preguntar. Ella lo interrumpe después de un rato largo en que lo mira atentamente, escucha se extraña, enoja, enternece, no entiende. Durante todo el tiempo se miran, no pueden dejar de hacerlo. Comienza un especie de baile entre ambos, se acercan y se alejan. Ninguno muy seguro de la reacción del otro, no quiere molestarlo pero tampoco y sobretodo no quiere la situación sea molesto para cada uno, cada uno se protege a sí mismo, ya se acostumbraron hace mucho tiempo a esto, casi no extrañan lo contrario.
Lo interrumpe para decirle "No tienes idea todo el daño y todo lo que sufrí por lo que hiciste". En una pausa, mira hacia arriba respira profundo, no puede más....las lágrimas caen a su pesar. De manera instantánea se tapa la cara, le da la espalda a él, no puede mirarlo. Él se siente mal, sólo sabe que la quiere abrazar que sin haberlo vivido, tiene claro a lo que se refiere. Por lo que se acerca, con cuidado le acaricia su pelo, siente su olor clásico en ella, quiere quebrar en llanto, pero se contiene, sólo caen lágrimas, silenciosas lágrimas. Comienza a repetir una y otra vez, "perdón, perdón". Comienza a recitar todos los errores que vio que cometió, no son tantos como los que ella ve. Ella se da vuelta, se da cuenta de las huellas que las lágrimas dejaron en la cara de él, se sorprende, se tira hacia atrás, pero vuelve y en su mayor intento de ponerle en evidencia su dolor, con un llanto que para él no era conocida en ella...o quizás sólo una vez cuando sin razón al llegar de ese lugar tan traumático, lloró sin apariencia alguna. Pero lo desconoce, escucha toda la caballería que se le viene encima. Ahora es él, quien mira extrañado, enojado, enternecido, extrañado, pillado, sin entender lo que dice. La interrumpe quiere discutir los puntos en los que no está de acuerdo, considera que mucho de lo que dice ella es injusto, que no fue error de él que no es culpa de él, no quiere cargar con más cruces de las que corresponde. Ella se muerde los dientes, conteniendo la rabia, abre los ojos injectados en sangre por el llanto y por la molestia.
Silencio que se puede cortar en el aire.
La pregunta que él se hacia hace un rato, parece tener respuesta aquí. ¿qué paso? Eso.
Pero ya no son las mismas personas. Él se da cuenta de que están cayendo en los mismos errores del pasado, respira levanta la mirada y le sonríe diciéndole, sin decirlo; no hagamos esto, vayamos por parte, te quiero. Ella deja de morderse los dientes, se saca el pelo de la cara, se acerca a él, le devuelve la sonrisa y aciente con la cabeza. Se abrazan en silencio, recordando uno de esos primeros besos significativos para él, agradeciendo en silencio la existencia de ambos. Sus ojos vuelven a encontrarse, está vez algo más reposados, todo indican que es la culminación de un gran momento un gran beso.
Pero ella, lo vuelve a interrumpir, necesita llenar el vacío que todavía se escucha entre ellos. Lo llena sin llenarlo, le pide ir al comedor. Ella en realidad necesita pensar, no se puede permitir volver a quererlo, no después de todo lo vivido. Pero tiene que interrumpirse por que al parecer ya es demasiado tarde.
Él, vuelve a recordar partes de la faceta de ella que lo volvían loco, en el buen sentido y en el mal sentido. No entiende el cambio de rumbo de la situación, odia con todo su corazón que lo deje así. Pero se da cuenta, la conoce, ya no es la total y absoluta incertidumbre, esta es la parte de aceptarla de saber si la quiere de nuevo en su vida. Va al comedor con ella, ella habla sin parar, ninguno de los dos escucha lo que ella dice. De nuevo ella siente que su raciocinio la está abandonando. El de él también, se traga todo el orgullo y el ego que no es poco y se acerca más decidido, le responde al gesto de tomarse de las manos, le da un beso. En resumidas cuentas raro, para ambos. Extraña sensación familiar que los corroe, a él le pasa lo que le pasa a la mayoría de los hombres pero con algo que no es muy bueno pero que no sabe como nombrar a ella también, pero todavía tiene muchas cosas que decir y piensa que no puede volver a pasar esto si es que no perdona, y para eso tiene que saber qué es lo que tiene que perdonar. Así como de qué es lo que la tienen que perdonar a ella, también tiene los papeles manchados.
Pasan las horas siguen juntos. No han habido más besos. Él trae comida a la pieza, ella lo espera mirando por la ventana hacia el balcón. No se da cuenta de que él entra, se acerca a ella la toma por la cintura, no puede ver su cara, pero se acerca a ella, cuando está bajando la ve reflejada en el vidrio, se da cuenta de que sus ojos están llenos de agua y un poco hinchados. Suelta una mano de su cintura y le comienza a secar la cara, por el otro lado besa las mejillas, se acerca a su boca. Ella cierra los ojos y niega con la cabeza, le dice todavía no estoy lista. Nuevamente no es necesario que siga hablando él, esta vez entiende perfectamente a lo que ella se refiere.
Pero así no se puede seguir, uno de los dos sale de la pieza.
El que sueña sueña despierta angustiado que hizo ¿se declaro a la persona que no quiere? ¿acepto sólo un perdón de la persona que le genera hurticaria?
Por que nunca hay nada claro, porque a veces sólo hay que flotar, observar para luego tomar posición, sabiendo desde donde uno quiere y puede estar.
Porque tomar una elección es rechazar a todas las demás opciones posibles.
“... Su encuentro estuvo lleno de error...Cada uno de ellos había creado un infierno para el otro, pese a que se querían. El hecho de que se quisieran, demostraba que el error no residía en ellos, en su comportamiento o en la inestabilidad de sus sentimientos, sino que no congeniaban, porque el era fuerte y ella débil...”“Pero es precisamente el débil, quien tiene que ser fuerte y saber marcharse cuando el fuerte es demasiado débil para ser capaz de hacerle daño al débil” (Milan Kundera, la insoportable levedad del ser).
Porque tomar una elección es rechazar a todas las demás opciones posibles.
“... Su encuentro estuvo lleno de error...Cada uno de ellos había creado un infierno para el otro, pese a que se querían. El hecho de que se quisieran, demostraba que el error no residía en ellos, en su comportamiento o en la inestabilidad de sus sentimientos, sino que no congeniaban, porque el era fuerte y ella débil...”“Pero es precisamente el débil, quien tiene que ser fuerte y saber marcharse cuando el fuerte es demasiado débil para ser capaz de hacerle daño al débil” (Milan Kundera, la insoportable levedad del ser).
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